Se acelera el choque


En la pretendida era del choque de civilizaciones entre el Occidente civilizador y el Oriente medievalizante, estamos viviendo unas jornadas interesantes que ponen de manifiesto el verdadero rostro del choque de mentalidades que sufrimos (que no de civilizaciones), con grandes movilizaciones de masas a favor o en contra como protagonistas.
Se trata ni más ni menos que del choque entre laicos y religiosos, en Turquía o Italia, o entre el Vaticano y los indígenas en Brasil. En Turquía se movilizan para que ese país siga siendo fiel al laicismo que convirtió al enfermo de Europa en un país moderno que ahora ve peligrar todo el recorrido efectuado hasta hoy. En Italia las masas católicas toman las calles para protestar contra una ley que garantice el derecho de los homosexuales italianos a casarse como lo hacen los heteros (las razones, más allá de la mercadotecnia y los derechos de propiedad o pensiones, que les llevan a imitar tan patriarcal heterosexual y fracasada institución son misterios para otro día), y al otro lado de la barrera la Italia laica mira de reojo el ejemplo de nuestro país.
En Brasil la cosa es más compleja, con más matices. Recuerda a una familia en la que un miembro de la misma es el centro de todas las polémicas con el resto de miembros y siempre, invariablemente jode la Nochebuena. Ese miembro díscolo e incómodo capaz siempre de estropear la fiesta de cumpleaños del peque de la casa, es la iglesia oficial, la de Benedicto, que arremete contra todo: contra los intentos de la sociedad brasileña por normalizar el empleo de preservativos o legalizar el aborto sin que haya amenazas de excomunión a la clase política, contra el resurgir de cultos indígenas ancestrales y por supuesto, y por siempre jamás tratándose de la iglesia de los ricos, contra los teólogos de la Liberación. Y es que la Iglesia pierde terreno cada día que pasa. En América Latina lo más doloroso para ellos es el avance imparable del protestantismo más marketiniano y anglosajonizante, pero eso nunca lo van a decir públicamente, es más cómodo arremeter contra los cultos ancestrales de los indios.
La Iglesia está nerviosa, y se nota, global y localmente. Lo notamos aquí, con la agresividad episcópea de cada día sosteniendo una actitud desafiante en el tema de 11M, con el arzobispo de Pamplona reivindicando el voto a los grupúsculos de extrema derecha.
El reto que tenemos que superar para que el siglo XXI no sea tan sangriento como el anterior y vivir más tranquilos, es el de devolver las religiones al lugar de donde nunca debieron salir: al ámbito privado e íntimo. Hay que sacarlos del ámbito público y la política, porque de lo contrario nos arrastrarán con ellos al sumidero de la destrucción en nombre de sus dioses y verdades, y de momento, basta echar un vistazo por ahí, nos ganan la partida.

1 comentario:

  1. cuanta razón tiene el Rafa, pero la cosa va estar difícil mientras uno de los dos posibles partidos de gobierno no apueste decididamente por la laicidad, y saque de la educación a la Iglesia Católica. Es increibe e injustificable que un partido llamado socialista y pretendidamente socialdemócrata y laicista no tome cartas en el asunto y emprenda una política activa, abra un debate en la sociedad con este tema.

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