¿YO QUE HAGO AQUÍ?

Muecín de la mañana, mulláh episcópeo, profeta del nacional-lüberalismo... Losantos es sin duda nuestro talibán preferido.

Esa es la pregunta que con un tono angustiado se hace la misteriosa voz, aflautada y metálica, de una niña espectral del Palacio de Linares en una de las psicofonías (o parafonías, dependiendo de la escuela de investigación paranormal que escojamos) más populares en lengua castellana. Y es también la expresión que me viene a la cabeza cada vez que una noticia nos habla de la penúltima acción de guerra ocurrida en Afganistán entre las tropas ocuperantes (ocupantes para unos, cooperantes para otros) y la muchachada afgana más inconformista, los talibán.
Y es que nos movemos en un terreno en el que el esoterismo y el ocultismo parecen la norma y no la excepción, ya que las explicaciones que ofrecen nuestros mandatarios al público no pueden ser calificadas de otra manera, y lejos de aclarar las cosas, las enrevesan aún más. Alonso, el actual ministro de Defensa, se atrevía a decir que Afganistán estaba ahora mejor que antes, refiriéndose a que ahora no gobiernan los talibán y por lo tanto, mejor para todos. En eso podemos estar de acuerdo. Pero si hablamos de pauperización, esquilmación de los recursos naturales (el principal de ellos, su situación estratégica en la encrucijada entre países pruductores y consumidores de hidrocarburos, de la que los afganos podrían sacar partido legítimamente), situación sanitaria, desplazados, señores de la guerra, tráfico de dimensiones agroindustriales de opio, situación real - no teórica - de la mujer afgana, estancamiento y hundimiento de la economía y un laaaargo etc., ¿cómo atreverse a decir que Afganistán está mejor? ¿Mejor que qué? ¿Con qué cara tan dura hay que contar para decir esto y quedarse tan anchos? Todo para vender al público español, en periodo preelectoral, que la presencia occidental allí es por el bien de los afganos, de la España constitucional y del mundo entero. Eso ya lo escuchamos con respecto a Irak. Es la vieja cantinela colonialista. Pues todas esas cosas se dicen estos días en los círculos socialdemócratas y de derechas de Españña.
"Yo y mi país, contra el mundo; yo y mi tribu, contra mi país; yo y mi familia, contra mi tribu; yo y mi hermano, contra mi familia; yo, contra mi hermano”. Este proberbio afgano, de dos líneas, ayuda bastante más eficazmente a entender algo de lo que allí ocurre, en cuanto a su idiosincrasia y los factores internos de enfrentamiento, que todo lo oído en boca de los spin doctors de turno.
La realidad de Afganistán es que se trata de uno de los países más pobres de la Tierra, y que la situación no mejoró con la llegada de un gobierno títere dirigido por un ex agente de la CIA y ex alto cargo de una importante firma de hidrocarburos que desde febrero de 2002 tiene sus garras hundidas en el espinazo afgano. Además, Afganistán será técnicamente un "país", una "nación", pero sociológicamente, tal y como nos relata su historia, se trata de una amalgama de tribus ingobernables. Por eso la autoridad del gobierno afgano no llega mucho más allá de los arrabales de la derruída Kabul. Decir que Afganistán es un país es como querer ponerle puertas al campo. Ese territorio, sus gentes, son una prueba más, no la única, de que los esquemas occidentales no sirven a todas las culturas de este mundo, y que las potencias que intenten occidentalizar lo inoccidentizable fracasarán una y otra vez intentando imponer un rey o un parlamento para todos los afganos y las afganas. Ha ocurrido así durante siglos.
Así que cuando alguien pide la afganización de Afganistán, no se si sabe muy bien lo que está diciendo. Si lo sabe, debería ir preparando su macuto y dejar a los afganos en paz. Y buen afganizador será, por cierto. ¿Donde fracasaron rusos, árabes, persas, ingleses, soviéticos, ¡¡¡afganos!!!, ahora llega Alonso con sus paracas y sus lejías a poner orden constitucional? Reir por no llorar.
Luego, ¿qué hace la OTAN allí? La soldadesca occidental está fundamentalmente para asegurar el buen funcionamiento de las infraestructuras de hidrocarburos que atraviesan sus desiertos para abastecer a los países consumidores desde las ex-repúblicas soviéticas al norte de ese territorio. Y las más importantes se ponen en marcha después del ataque estadounidense del 2001 y su consecuencia directa para Afganistán, la imposición del gobierno de Karzai, que firman importantes contratos entre Turkmenistán, Pakistán, Afganistán y petroleras occidentales.
Lo demás, propaganda humanitarista y sensiblera, el lifting que todo ejército necesita. Todo lo que hacen los soldados concerniente a ayudar a la población civil, podrían hacerlo otros civiles: médicos, maestros, bomberos...
El gobierno de Españña nos sigue mintiendo sobre la naturaleza de nuestra presencia en ese país. Al menos las familias de los muertos deberían saber que no han muerto por la España constritucional y sus sacrosantos valores. La ONU sirve en esta ocasión de perfecta coartada, y la OTAN de brazo ejecutor de la nueva santa alianza transatlántica y su credo ultraliberal. Poco caso le hacemos a esa misma entidad, la ONU digo, cuando de arrancar los males inmobiliarios se trata...



1 comentario:

  1. cuanta razón tienes Rafa. Sólo se acuerdan de Afganistán cuando muere algún soldado español. Si esto no pasa, allí no ocurre nada. El ejército español no es una ONG (ninguno lo es). Y por mucho que se nos diga, no hay misiones de paz, eso es tergiversar el vocabulario. Puede haber misiones de guerra legítimas (ésta tampoco lo es) pero no hay misiones de paz llevadas a cabo por ejércitos. Llamemos a las cosas por su nombre, España forma parte de la OTAN, y la ocupación de Afganistán es una misión militar de imperialismo atlántico (es decir estadounidense basicamente), con lo que cada uno saque sus propias conclusiones sobre las razones y objetivos de las misiones de "nuestros" soldados allí.

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