De nuevo la penúltima, y no hablamos de copas lamentablemente. Ansioso de protagonismo, arrepentido siempre de emular la anglosajona costumbre de no estar más de 8 años en el sillón, parece darse cuenta de que, efectivamente, la españolidad que supura en todo momento (ya sabes, Santiago, que no se es español a raticos, sino forever and ever), le puede. Y más si está de promoción de su último esperpento libresco.
Le puede irremediablemente y se erige en buscado centro de atención abriendo esa boca que tiene para decir que el 11-M no está nada claro... Bueno, para él sí, se trata de una conspiración urdida en algún caserío de las Vascongadas, en una siniestra reunión entre mineros asturianos de pedigrí ugetista caballerista (ya sabeis, los del 34 que iniciaron la Guerra Civil) junto con peligrosos etarras y yihadistas cuyo Corán ha sido editaado en Cuba, Corea del Norte, o más seguramente en la república Bolivariana de Venezuela. Así, entre sidras, patxaranas y ronsitos se urdió el plan, supervisado por Rubalqaeda, Mohamed VI y ZP.
Aznar volverá a la política, primero, porque nunca la ha dejado desde la atalaya de FAES y sus charlas yorstanianas o sus disertaciones cuasilibertarias delante de unassss copassss, y porque lleva un mesías dentro. Y ante los peligros que acecha a la Patria Media, cual montaraz oculto, volverá a empuñar el filo de Elendil para someter a los sinpatria y los sindios. Sólo así se puede ver su libro dirigido al pobre Santiago. Está llamando a filas a la muchachada españñola.
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