FE O TERROR: EL ZP MÁS APOCALÍPTICO


El debate político PP-PSOE tiene una limitación fundamental, que es la escasez de ideas de cambio socioeconómico que provoca que ambos se muevan en unas coordenadas económicas que no salen de dos interpretaciones no muy alejadas del neoliberalismo. Esto provoca que ambos se debatan en la profundización en esa corriente económica que surgió de la perversa mente de Milton Friedman y sus Chicago Boys.

Esta circunstancia obliga a que la apelación a sentimientos muy primarios sea la corriente dominante a medida que nos acercamos a la cita del día 9. Una renuncia a la racionalidad que nos lleva a un clima ideológico medievalizante, muy en la línea de pensamiento que surgió de la humareda de las Torres Gemelas y el choque de civilizaciones. En este caso, un choque de civilizaciones, de mentalidades, interno. Dos Españas. Dos visiones. Blanco o negro. Libertad u opresión. PP o PSOE. Un falso pluralismo que esconde un totalitarismo mediático-ideológico rampante.
Así, Zapatero nos invita estos días a optar entre "un gobierno para creer o un gobierno para temer"(VER AQUÍ, EN PÁGINA 4). Fe o terror. Concepciones mentales de la Edad Media, más propias de la era de la superstición que del siglo XXI. Todo muy progresista. A ZP también le vale el voto del miedo. Un miedo nada diferente al miedo al inmigrante, al cambio o al diferente que plantea el PP. De nuevo un nexo de unión entre ambos partidos. Y un chantaje emocional al elector, al que lavar la conciencia con el voto útil. Primero te aterrorizo y luego te ofrezco la solución al apocalipsis: vótame.
Que la derecha apele al miedo es normal, está en sus genes políticos. Lo que no es tolerable es que Zapatero se diga de izquierdas y también haya entrado a ese juego de la manera más descarada, como en su día hiciera Felipe Glez, sin suerte, por cierto. En aquella ocasión, 13 años de degradación de la vida política trajeron al PP y sus chapapotes, durante otros 8 años.
Un verdadero demócrata nunca apelaría a los bajos instintos irracionales para llevar su proyecto a la sociedad. Porque un gobierno aupado por el miedo y no por el trabajo bien hecho y la ilusión por el progreso, no es legítimo, y no merece ser defendido.
ZP promete muchas cosas, ofrece dinero, rebajas fiscales, pero ni una palabra de refomar la ley electoral para que en este país podamos decir que una persona equivale a un voto. Nunca ha tenido interés por corregir ese insulto a la palabra Democracia que es la ley D´Hont. Porque no es un verdadero demócrata.
Yo votaré en conciencia, no traicionaré mis principios básicos por una miserable cábala numérica o por terror, el juego del PSOE y su voto útil. Si luego las matemáticas favorecen a la derecha, la "responsabilidad" no será de mi voto, sino del partido que tuvo 4 años, 4, para convencer masivamente a los ciudadanos de la conveniencia de seguir su proyecto, y no lo hizo. Algo hará mal el PSOE para que el PP siempre le pise los talones y el PSOE apele al miedo, así que basta ya de culpar a los comunistas hasta de las chapuzas socialistas en el poder. La lógica del voto útil está clara, nos la sabemos de memoria. ¿Qué calidad tiene una democracia que legitima la "pérdida" de votos? ¿Es eso democrático? Para los que van por la vida con "esto es lo que hay", desde luego que sí. Para los que creemos que no hay nada predestinado y que el hombre tiene la capacidad de transformar su realidad siempre que se lo propone, desde luego que hay vida más allá del bipartidismo.

1 comentario:

  1. estoy de acuerdo en lo delvoto útil, para mí es una chorrada el discurso ese de que la gente de izquierdas debe votar al PSOE para que el PP no llegue al poder, ya que votar a IU es inutil porque no va a gobernar. Denota un claro cacao mental y desconocimiento de lo que es la izquierda, y sobre todo una falta de respeto para aquellos que votan a IU. Es como si yo dijera que votar al PSOE es un voto inutil, (que para mí lo es) pero si alguien no lo cree así no tengo porque calificar su voto de inutil.
    Que cada uno vote lo que que quiera, a poder ser, después después de haberse informado lo máximo posible de las diferentes opciones, y que nadie descalfique al adversario como voto inutil

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