Empiezo esta entrada cagándome en todas las patrias que merecen, a juicio de enfermos mentales, la muerte de personas. El nacionalismo es una enfermedad, curable con dosis de cultura y apertura mental. Lo bueno de la cultura es que no tiene contraindicaciones. El nacionalismo demasiadas. Ese maldito invento burgués ha sido, es y será, una fuente constante de división del género humano. Una postura política que proyecta los egos de quienes lo profesan. El nacionalismo no es más que un ridículo ego colectivo, que se ampara en las culturas y la historia de los lugares donde surgen, y que siempre acaban haciendo imposible la convivencia de quienes lo padecen. La cultura, la lengua y la historia de cualquier rincón del planeta, son un valioso patrimonio de la Humanidad, no el cortijo de quienes se autoproclaman salvaguardas y defensores de una forma de ver y vivir la vida, para monopolizarla y vivir a sus expensas, en lugar de trabajar por cosas que realmente merecen la pena. Es hora de que esta gente, sean vascos, españoles, bereberes, mongoles o de la república independiente de Torrero, se vayan enterando de que no tienen ningún derecho a monopolizar algo que no les pertenece, porque hace tiempo que la humanidad más avanzada dejó de creer en el derecho de cuna. Me asquea, sin sentirme especialmente español, oír cómo se emplea esa palabra, "español", como un insulto. O "vasco". Eso dice mucho, todo, de quienes la pronuncian con esa intención. Nacionalismo empieza por nazi. La lengua vasca o aragonesa, no es de los vascos o aragoneses. Pertenece a cualquiera que las quiera practicar. Lo mismo la historia, la gastronomía, las costumbres y todo ese largo etcétera de manifestaciones de nuestra especie que sirven de coartadas para aquellos que se creen diferentes (y superiores) para parcelar, dividir, imponer, segregar.
No se puede permitir a esta gente el monopolio de lo que es de todos los seres humanos. Hay que proteger, mimar, defender todas esas manifestaciones de la riqueza de esta especie única que es el ser humano. Es un deber y un derecho humano. Este siglo va a ver la desaparición de cientos de lenguas, y eso es un desastre que no se debe permitir. Es un imperativo, porque si eso ocurre, nuestra especie será un poco más pobre de lo hoy es. Pero que eso no sirva de coartada a los ególatras. Basta ya de hacer bandera política con cosas que pertenecen a la antropología, la historia, la lingüstica y otras disciplinas. En definitiva pertenecen al acervo cultural de todos, nunca a la política.
Que nos dejen vivir en paz, que se vayan a un monte todos los nacionalistas a resolver sus falsas diferencias y dejen a la gente normal hacer una vida plena, una vida normal. El mundo no se divide en españoles y los demás, en vascos y no vascos. Cuando se viaja o se accede a otras sociedades, a otras realidades, uno se da cuenta de que esas categorías que manejan los nacionalistas, no existen. Que sólo hay una categoría para el estudio y análisis de las sociedades humanas: la económica. La humanidad se divide desde la noche de los tiempos entre ricos poderosos y desposeídos, el único binomio verdaderamente universal, casi eterno. En cualquier sociedad habrá ricos y pobres, no vascos o españoles, nubios o chicanos. El capitalismo lo sabe muy bien. Por eso fomenta los nacionalismos, un entretenimiento para gente extremadamente falta de ambiciones culturales, aferrados a unas simples coordenadas empobrecedoras, resultantes de la proyección de su propio ego. El capitalismo no puede sobrevivir sin los nacionalismos, se sirve de ellos para parcelar, dividir, desestabilizar, y hacer negocio con esas desgracias. Para sus fines, este sistema necesita tierra abonada, receptiva al mensaje divisor: mentes simples para discursos simples. Necesita de la ignorancia.
Porque es de simples mentales pensar que matando a alguien se acerca el día de la liberación de una patria que habita en la nada, en el hueco que han dejado las neuronas de ese cerebro enfermo de ego fanático e irracional. Sí, irracional. La mente de un nacionalista y de un religioso son muy similares. Los pueblos más nacionalistas del ámbito occidental, son también los más religiosos: estadounidenses, vascos, irlandeses, españoles, italianos o polacos.
Nacionalismo y religión necesitan los mismos nutrientes elementales para crecer: ignorancia fanática y ego superlativo, tan estrechamente unidos por otra parte.
Hoy, al mismo tiempo que moría asesinado un vecino de Mondragón, para una recua de tarados ha nacido un héroe, nada menos que un gudari, un soldado vasco. Esto resume todo lo que hemos hablado hoy aquí.
He comenzado defencando sobre las patrias, y así termino, pues me considero legitimado por todo lo dicho anteriormente, defeco sobre uno de los grandes males de la humanidad. El nacionalismo es un insulto a la inteligencia y a la dignidad de las personas, venga de la dirección que venga.Todas las grandes carnicerías del siglo XX tuvieron ese germen. En el nuevo siglo parece que se impondrá la religión, como en la Edad Media. O superamos esos desechos de la mente humana, o esos desechos terminarán con nosotros.
No se puede permitir a esta gente el monopolio de lo que es de todos los seres humanos. Hay que proteger, mimar, defender todas esas manifestaciones de la riqueza de esta especie única que es el ser humano. Es un deber y un derecho humano. Este siglo va a ver la desaparición de cientos de lenguas, y eso es un desastre que no se debe permitir. Es un imperativo, porque si eso ocurre, nuestra especie será un poco más pobre de lo hoy es. Pero que eso no sirva de coartada a los ególatras. Basta ya de hacer bandera política con cosas que pertenecen a la antropología, la historia, la lingüstica y otras disciplinas. En definitiva pertenecen al acervo cultural de todos, nunca a la política.
Que nos dejen vivir en paz, que se vayan a un monte todos los nacionalistas a resolver sus falsas diferencias y dejen a la gente normal hacer una vida plena, una vida normal. El mundo no se divide en españoles y los demás, en vascos y no vascos. Cuando se viaja o se accede a otras sociedades, a otras realidades, uno se da cuenta de que esas categorías que manejan los nacionalistas, no existen. Que sólo hay una categoría para el estudio y análisis de las sociedades humanas: la económica. La humanidad se divide desde la noche de los tiempos entre ricos poderosos y desposeídos, el único binomio verdaderamente universal, casi eterno. En cualquier sociedad habrá ricos y pobres, no vascos o españoles, nubios o chicanos. El capitalismo lo sabe muy bien. Por eso fomenta los nacionalismos, un entretenimiento para gente extremadamente falta de ambiciones culturales, aferrados a unas simples coordenadas empobrecedoras, resultantes de la proyección de su propio ego. El capitalismo no puede sobrevivir sin los nacionalismos, se sirve de ellos para parcelar, dividir, desestabilizar, y hacer negocio con esas desgracias. Para sus fines, este sistema necesita tierra abonada, receptiva al mensaje divisor: mentes simples para discursos simples. Necesita de la ignorancia.
Porque es de simples mentales pensar que matando a alguien se acerca el día de la liberación de una patria que habita en la nada, en el hueco que han dejado las neuronas de ese cerebro enfermo de ego fanático e irracional. Sí, irracional. La mente de un nacionalista y de un religioso son muy similares. Los pueblos más nacionalistas del ámbito occidental, son también los más religiosos: estadounidenses, vascos, irlandeses, españoles, italianos o polacos.
Nacionalismo y religión necesitan los mismos nutrientes elementales para crecer: ignorancia fanática y ego superlativo, tan estrechamente unidos por otra parte.
Hoy, al mismo tiempo que moría asesinado un vecino de Mondragón, para una recua de tarados ha nacido un héroe, nada menos que un gudari, un soldado vasco. Esto resume todo lo que hemos hablado hoy aquí.
He comenzado defencando sobre las patrias, y así termino, pues me considero legitimado por todo lo dicho anteriormente, defeco sobre uno de los grandes males de la humanidad. El nacionalismo es un insulto a la inteligencia y a la dignidad de las personas, venga de la dirección que venga.Todas las grandes carnicerías del siglo XX tuvieron ese germen. En el nuevo siglo parece que se impondrá la religión, como en la Edad Media. O superamos esos desechos de la mente humana, o esos desechos terminarán con nosotros.
Uys, todas las religiones no son iguales, la mia es la buena.
ResponderEliminar¡¡¡NO A LA VIOLENCIA!!!
Yo diría más bien “MÁS LEJOS DE LA LIBERACIÓN DE LA PATRIA VASCA”. Esto es un asesinato cobarde, con un carácter político, pero en mí opinión contrario a los supuestos objetivos de esta gente. Y digo cobarde, por lo fácil que resulta matar a ex-concejal, a un simple trabajador sin ningún tipo de poder en el Partido. Reitero que la situación actual de la sociedad vasca o española es lo suficientemente abierta o democrática como para que se intenten otras vías ajenas a esta violencia tan explicita. No hay correspondencia entre la violencia de ETA y la situación de la que quieren liberar al pueblo vasco. Sinceramente creo que en el derecho de autodeterminación, y no comparto la criminalización de todo el mundo abertxale, pero los asesinatos solo benefician al discurso más duro. Hoy Pascual Serrano en www.rebelion.org mantenía que tras el atentado muchos españoles habrán respirado tranquilos porque ETA demuestra que sigue estando presente en la vida de este país, y ellos pueden seguir utilizándola para justificar su discurso de orden y seguridad. El “PPSOE” tienen más razones que hace una semana para legitimar sus políticas de no-negociación.
ResponderEliminarPerdona Diego si te diste por aludido, me refiero sobre todo a las religiones semíticas, bastante más proselitistas y nocivas para la convivencia que otras creencias. En todo momento hablaba del entorno mediterráneo y occidental y sus grandes religiones expansivas que ejercen una especie de imperialismo espiritual: los cristianismos, el islam y los ultraortodoxos judíos. Y es evidente que estas religiones han caminado de la mano de muchos nacionalismos, siendo parte sustancial de la política de esas naciones en las que se implantaron.
ResponderEliminarAnónimo, el título de esta entrada juega con la ironía. Evidentemente, estas acciones, estos crímenes gratuítos, no tienen ningún sentido ni utilidad. Con esta entrada trataba de plantear un debate sobre la naturaleza absurda del nacionalismo en general, y del nacionalismo extremo en particular, sea del signo que sea. Los que en la Catedral fueron incapaces de guardar un minuto de respeto por Isaac, si hubiesen nacido en Madrid, serían de Fuerza Nueva o algo similar. Eso creo yo. Por otra parte y por si alguien no conoce suficientemente mi forma de pensar, mi desahogo del viernes no quiere participar de la hipocresía de víctimas buenas y malas, de las que merecen manifestaciones y espacios mediáticos sin fin, y las que no. No formamos parte de ningún coro mediático que habla de 166 palestinos muertos como si fuesen menos importantes, o menos personas que Isaac. Aprovecho para remarcarlo por si acaso.