Podría ser el título de un ensayo de sociología histórica, y, el relato que continúa, su prólogo.
El canal 24H de TVE tuvo el detalle de servirnos unos impagables momentos de la cumbre del G-20, en los que se apreciaba la soledad de ZP, nuestro presidente electo, por no saber algo tan elemental como unas nociones básicas de inglés.
Pululaba por los salones en un receso de la cumbre de Londres, dando vueltas a su té, sonriendo al personal y poco más. Se le veía en corrillos poniendo oreja pero con una cara de póker que daba hasta lástima. Se le veía como entendiendo lo que decían los demás, pero sin entenderlo, con una cara de autista perdido en un vacío interior del que de vez en cuando salía para sonreirle a alguien. Vamos, un poco lo mismo que está haciendo para evitar la destrucción de empleo en su país, en el que ya lleva cinco años gobernando con sonrisas, gestos, cortinas de humo y moderno neoliberalismo. De auténtica vergüenza ajena.
En cinco años, cinco, no ha tenido tiempo de aprender nada del idioma imperial. Claro, luego vienen los malos entendidos en torno a la retirada de tropas de Irak o Kosovo. Si esto de la economía lo dominó en dos tardes, ¿a qué espera nuestro presidente para aprender inglés? Si fue capaz de aprehender toda la teoría económica en 48 horas, está de sobra capacitado para embutirse el inglés en una mañana, y si no, siempre podrá recurrir al inglés con mil palabras, en plan Botín.
Al menos Aznar ha ido corrigiendo esa falta legendaria de los dirigentes españoles (risas idiomáticas aznariles y zpeteras, aquí), ese residuo cultural de un país que nunca ha cultivado con seriedad los idiomas, quizá por el pasado imperial castellano, que ha dejado un poso prepotente en la españolidad que sigue negando hasta la existencia de otras lenguas peninsulares, persiguiéndolas y ridiculizándolas, y reforzando sentimientos centrífugos de las comunidades no castellanoparlantes.
Pero es que un hito de esa españolidad es la recuperación de Gibraltar, esa socorrida quimera del fraquismo, que si no recuerdo mal está en manos de Inglaterra, e, imagino yo que si esta gente pretende recuperar algún día la Roca, quizá sería elegante y diplomático, solicitarla en inglés, en el idioma del actual dueño.
Ahondando en el portento intelectual que nos dirige, os brindo la lección de Historia y economía que se permitió en la famosa cumbre iberoamericana del "Porqué no te callas" real.
Una lección en la que glosaba a los pobres indígenas del eje del mal latinoamericano, los parabienes emanados de la Vieja Europa.
Entre obviedades e ideas atlantistas trasnochadas para justificar la dominación del capital europeo en aquella región, se permitió recordar a estos pobres atrasados incultos, que "Hasta Marx era europeo". Este fue el motivo que provocó la reacción, más amistosa y educada que la del Borbón, de Chávez y Ortega. Eso sí, afortunadamente para ZP, todo transcurrió en perfecto castellano.
¿Y este es el que se trae debajo del brazo el puto Plan Bolonia? ¿Ya sabe nuestro electo presidente dónde está Bolonia? ¿Y lo que implica? ¿Como este analfabeto funcional puede tener facultades para destruir la Universidad Pública? Estos y otros hechos son los que cargan de razones el título de esta entrada, y a los que nos oponemos al avance preocupante de la estupidez.
Vuelvo a sentir vergüenza ajena tras ver todo el dialogo que precede al ¿Por qué no te callas?. El video no tiene desperdicio
ResponderEliminarPues sí, es de vergüenza ajena. ¿Pero en qué manos estamos????
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