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PARIS-DAKAR, EL RALLY INDECENTE
Este año el Dakar se correrá en Argentina y Chile. Los organizadores ante el temor de tener que suspender el Rally como el año pasado por amenazas terroristas y la oposición de la población local, se han llevado su carrera a los desiertos de Sudamérica. Paralelamente saldrá el África Race, de Marsella en dirección a Dakar (con parecido recorrido que el tradicional Dakar atravesando los territorios de Marruecos, Mauritania y Senegal), saldrá si logran esquivar las demandas legales que les han puesto los del Dakar por plagio para que no se celebre la carrera, y si deciden hacer caso omiso de las advertencias de amenazas de atentados contra la carrera, que se han vuelto a producir, a pesar de que esta nueva carrera nace con un ideario ecologista (una categoría para coches con energías alternativas), de implicación con la población local y sus problemas, de costes controlados, y tal y tal.
Este nuevo Rally nace con tales buenos propósitos para desmarcarse en lo posible de la nefasta imagen de su predecesor, el Paris-Dakar, símbolo moderno de la dominación de Europa sobre el continente africano, y de la humillación de éste. Un Rally que, no olvidemos, ha matado más de 50 personas atropelladas por los vehículos participantes (ajenas al “espectáculo”, simplemente pasaban por allí, como los dos niños que murieron en 2006, uno en Senegal y otro en Mauritania), además de los participantes muertos, y de los innumerables animales atropellados, y paisajes devastados.
El año pasado empezó bien con la anulación de un “espectáculo” que suponía una tremenda contaminación ambiental y sonora, consumos brutales de combustible y una evidente perturbación y destrucción de la poca vegetación y fauna del desierto, en definitiva, una ausencia total de respeto e interés por África y sus habitantes. Sin olvidar la humillación que supone el despilfarro de millones de euros a la vista de personas que no disponen de lo mínimo para llevar una vida digna, y que además son condenados a la pobreza, en parte, por las políticas de los países que les envían esos monstruos a motor.
Ya veremos que ocurre este año, Ojalá no se corra nunca más.
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