TELEDECADENCIA

En nuestro mundo occidental tan civilizado, moderno y desarrollado, todo tiene un precio, hasta la muerte. Jade Goody acaba de dejar este mundo con 27 años, debido a un cáncer, cuyo proceso ha permitido televisar, previo pago, claro.
La vida de Jade cambió cuando entró en la versión inglesa de Gran Hermano, y desde entonces no ha parado de televisar sus vicisitudes, incluido su drama personal o el bautizo de sus hijos. Tenía hasta un representante. Protagonizó un polémico episodio racista que le provocó una expulsión de su GH, pero la sociedad británica la perdonó, hasta el punto de que hay quien piensa que su entierro será una versión plebeya y populacha del de Diana de Gales.
Ha dejado un legado que en palabras de Gordon Brown es más o menos como sigue:
"Goody era una mujer con coraje tanto en la vida como en la muerte, que se ha ganado la admiración de un país por su determinación de proveer un futuro brillante para sus hijos".
Al parecer no quería dejar este mundo sin asegurar los bolsillos de sus pequeños.
Nadie en su sano juicio querría dejar a sus niños desprovistos de un futuro, pero ya es lamentable que la sociedad en la que vivió y murió no cuide de sus niños, que por otra parte no se quedan exactamente sólos, pues tienen padre, abuela y padre adoptivo o algo parecido. En nuestra ultramercantilizada sociedad, especialmente en la órbita anglosajona, este parece, en palabras del mandatario de uno de los países más poderosos del planeta, el ejemplo a seguir. Personalmente conozco casos más edificantes de sacrificio y preocupación por los posibles huérfanos, pero para gustos los colores.
Pero la duda que planea sobre las palabras de Brown es si se trata de un ejemplo por su coraje o por su mercantilizada vida. Con la mentalidad puritano-calvinista nunca se sabe a qué se puede estar refiriendo.
Parece que ha habido polémica en torno al morboso seguimiento televisivo de la enfermedad. Unos culpan a la chica y su representante, otros a las televisiones.
Yo creo que la culpa en última instancia es de la audiencia.
Si me ponen en tres platos olivas, patatas fritas y heces para hacer el vermú, y me dan el derecho a elegir lo que me plazca, me quedaría sin dudarlo con unas buenas olivas. En eso consiste la oferta y la demanda. El problema llega cuando la numerosa demanda de excrementos logra que en el próximo vermú saquen tres platos con heces. Por ese camino vamos.
Una sociedad en la que triunfan productos como la retransmisión de una agonía, está definitivamente enferma y en decadencia. Yo he decidido que no tomaré más vermú por ahí, me lo voy a hacer en casa.

2 comentarios:

  1. ¿pero no habíamos quedau hoy para un vermú fuera de casa?

    ResponderEliminar
  2. Ya en serio, totalmente de acuerdo con lo que dices, mejor no se puede expresar. De lo que es un ejemplo la tia esa es de la sociedad en la que vivimos y de sus valores. Se repite hasta la saciedad que la razón para todo este mercadeo es dejar a sus hijos bien colocaos, como para bendecir las decisiones de la madre pero también de los medios que han pagado tanto dinero. Y ya sítambién te legitima tu primer ministro diciendo que eres poco menos que ua heroina, alguien que solo se ha preocupada que de sí misma, porque lo de la enfermedad es reciente, pero llevaba años vendiendosu vida, ¿ o antes también lo hacía por sus hijos?
    Heroe de verdad el Enric Duran, ¡¡¡¡libertad para él!!!!.

    ResponderEliminar